miércoles, 7 de octubre de 2009

I gotta feeling.

Llegué al portal de tu casa empapada, ya que había comenzado a llover a cántaros. Aproveché que una señora estaba saliendo para entrar sin llamarte y poder sorprenderte. Subí en el ascensor y me miré al espejo. El jersey estaba bastante mojado, y mi pelo ya estaba otra vez rizado. Se abrió el ascensor, salí y caminé hasta tu puerta, donde timbré llena de inseguridades. Habría hecho bien en venir?
- Enana, has venido. – dijiste mientras abrías la puerta y sonreías sin parar
- Es que creo que le he cogido cariño a la secadora de tu casa. – bromeé.
Me cojiste de la mano, me llevaste al salón y me tendiste la misma manta del otro día. Sonriendo, me quité el jersey y me acurruqué en ella.
- Mmm, definitivamente también echaba de menos tu manta. Oh, estabas viendo una peli?
- Si, el Club de la Lucha, quieres verla conmigo?
- Pues claro! Brad Pitt sin camiseta, se me cae la baba.
Te sentaste a mi lado, poniendo el brazo a mi alrededor y acercándome a ti. Al final terminé con la espalda apoyada en ti, y tu mano acariciando mi brazo suavemente. Y cerré los ojos…

Me desperté aturdida, y al abrir los ojos me encontré con tu mirada y tu sonrisa.
- Has dormido bien enana?
- Oh dios, lo siento, no sé como me he quedado dormida.
- Me gusta verte dormir, ronroneas como un gatito.
Me sonrojé y tu te reíste, y me acariciaste la mejilla con la yema de tu dedo. Balaste lentamente la cabeza hasta besarme. Un simple roce de tus labios con los míos, y te levantaste.
- Venga, te apetece comer algo?
- Mmm, siento que me estoy aprovechando de ti en tu propia casa.
- Enana, no sé quien se puede aprovechar más.
Y nos echamos a reír mientras caminábamos a la cocina. Ya estaba la mesa puesta, con unos suculentos platos de espaguetis con boloñesa.
- Me vas a malacostumbrar y después no saldré de tu casa.
- Hay algún problema en eso?
Joder, que sonrisa. Ahí me quedé hechizada mirándote mientras te sentabas enfrente mía. Comenzamos a comer al mismo tiempo que compartíamos bromas. Cuando terminamos, te ayudé a recoger, me diste mi jersey, que ya estaba seco, y me cogiste de la mano sin decirme a donde íbamos. Salimos al pasillo, cerraste la puerta, y de repente ya no vi nada, una venda tapaba mis ojos.
- Álex?
- Estoy aquí enana. Solo quiero llevarte a un sitio, no temas.
Me colocaste las manos en la cintura y comenzamos a andar lentamente. Al cabo de un momento, me hiciste parar, sentí abrir una puerta y me quitaste la venda. Estábamos en la puerta de un piso lleno de luz. Entré y todo eran ventanales, incluso en el techo, la mayoría eran grandes cristaleras desde donde se podía ver el cielo azul. Se podía ver toda la cuidad desde aquel piso.
- Es tuyo? –te pregunté.
- Si, quería enseñártelo, es mi pequeño lugar para desconectar.
Me fijé en los muebles. Una sencilla cama grande entre dos de los ventanales, con un par de muebles cerca, un armario empotrado en la pared de enfrente, y una nevera pequeña. Todo muy simple, pero acorde. Fuiste hacia un ventanal, lo abriste y te giraste hacia mi, invitándome a ir hacia ti. Me acerqué y pude ver una pequeña terraza acristalada con un pequeño sofá en una de sus esquinas. Nos sentamos, me abrazaste y comenzamos a hablar otra vez. Parecía que teníamos que contarnos todo, sin perder detalle de la vida del otro mientras veíamos atardecer. Y así hasta las tantas de la madrugada, viendo las estrellas y hablando en susurros.

1 comentario:

  1. Joder tia, gracias por seguir esta historia, tenía muchísimas ganas de verlos
    GRACIAS GRACIAS.
    Te quiero <3

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