jueves, 8 de octubre de 2009

I gotta feeling.

Abrí los ojos debido a la claridad del sol. Estaba abrazada a tu cintura, con mis piernas entrelazadas en las tuyas y utilizando tu pecho como almohada. No me moví por miedo a despertarte, quería que siguieras descansando, pero, de repente sentí tu mano recorriendo mi costado provocándome escalofríos. Te di un beso en el pecho y levanté la mirada.
- Good morning sunshine.
- Bueno días pequeño, llevas mucho rato despierto?
- Un poquillo, cada vez que respirabas me hacías cosquillitas, asique no podía dormir.
- Oh. Lo siento…
- No lo sientas, me encanta verte dormir, ya te lo he dicho.
Y te moviste, atrapando mis labios son los tuyos en un beso.
- Mmm, que rica estás recién levantada enana.
Y esta vez te besé yo, acercándome más a ti hasta terminar encima de ti con mi cuerpo completamente pegado al tuyo. Saboreé todo lo que pude tu boca, recorriendo tus labios con mi lengua mientras tu me acariciasbas suavemente la espalda.
- Me encantas enana. Y como sigamos así, no te dejaré marchar nunca de aquí.
- Puede ser que yo me deje secuestrar por ti, lo sabes?
Me sonreíste y me volviste a besar antes de levantarte conmigo en brazos y dejarme junto a la terraza.
- Espera aquí, voy a por algo de comer.
Y me quedé mirando la ciudad, como todo el mundo acudía a su trabajo y los niños disfrutaban, como nosotros, de sus recién estrenadas vacaciones de verano. Apoyada en la barandilla me sentía gigante comparada con el resto del mundo. Te sentí detrás de mí pero seguía tan fascinada por la visión que no podía dejar de mirarla. Y me abrazaste por detrás, apoyando tu cabeza en mi hombro, mejilla contra mejilla.
- Que pasa Naty? Estás muy pensativa.
- Me siento enorme. Y rara. Todo el mundo tiene un plan, algo inmediato que hacer, y yo, aquí, con el único plan de seguir mirándote sin parar, como si el tiempo se hubiera parado en este edificio y nada importara salvo tu y yo.
- Enana, este verano, si tu me dejas, voy a hacer que te sientas así. Quiero que ocupes todos los planes que yo pueda tener. Y después, ya veremos lo que pasa.
Me hiciste darme la vuelta y me besaste con ganas, como si el mundo estuviera a punto de acabarse. Sentía la barandilla presionando en mi espalda, el aire corriendo por mi nuca a través del pelo, y tus manos colocadas en mi cintura. Al cabo de un rato te separaste de mi con la respiración tan disparada como la mía y los labios un pelín hinchados. Me sonreíste, me cojiste de la mano, y nos fuimos a comer.

1 comentario: